Remontamos la mañana
hasta el mediodía
y encontramos un paraje
de lo más extraño
El sol huía por la retaguardia
proyectando largas sombras
que se perdían en el horizonte
Los viejos amigos –tocados
por la tramontana- cabalgaban
en direcciones equívocas
y levantaban
una polvareda de cristales
que ulceraba nuestros ojos
un rumor de sierras y
serruchos que ahogaba
las voces traídas de
la memoria por el viento
Eduardo Rezzano-
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