Desde las pampas, el hombre cotidiano
envía su luz y su dulzura añeja
nutrida de soledad y de trabajo arcano.
Labor de sembrador es el arte campesino,
acrecentado en las voces agrestes
del caballo, el ganado, el tero, la calandria,
y el rechinar del molino en el rugir del viento.
Sembradío sobre el surco pródigo
que hace pan que otros comen,
y vino, que otros beben,
y algodón, que otros visten,
y alimentos para todos…
El campesino es el héroe de la tierra,
quien baja cada madrugada al socavón
donde sus lumbres encienden la semilla
mientras la tierra late, ríe, canta y crece…
Sementeras que engendran,
el principio de la vida
bálsamo abierto al corazón,
casi como la palabra viva.
Planeta tierra, eres el alma azul del universo,
viva, eterna, palpitante
nido, vientre, útero y cobijo,
mientras, canta la lluvia, pasa el río y ríe el sol,
de todas las auroras.
Edda Ottonieri de Maggi-