Las hojas de la memoria
que florecen con el tiempo
resguardan sus propios ritmos.
El corazón a veces las late
con hormigueos de avispas
o cantos de ruiseñores.
Avanza lo único que tengo
de vida avanza
lo que me queda.
Trataba hoy de olvidarlo
porque al igual que una rosa
se deshoja un día cualquiera.
Cuando volvieron a casa
tonadas de aquellos tiempos.
Atardeceres en el Maipo
y risas en la calle Ahumada.
Sábanas húmedas
con olor a pino y cielo
Piernas en la piscina sagrada.
Nadar de los tiempos buenos.
¿Revisas las páginas de tu vida?
Cantemos pues, cerro, cantemos.
Nos bendice la mañana.
Marta Zabaleta, Londres, 23 septiembre de 2012
Muchas gracias, Marcelino, por tu amabiidad de pubicar rmi poema en tu prestigiosa Crónica Literaria, actividad a que deseo prosiga con su plenitud acostumbrada, aunándonos siempre en el mundo tenue de lo poetico..
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