Poemas

Invocación

De las infantas –la no olvidada–

porque las manos abiertas contra

el cabello

son la molesta caricia que reclama,

las únicas que salpican de sombra

esta luz inmediata.

No fue prevista entre mis poros,

se tejieron las migajas hasta

formar el cuerpo,

pero eso sí, en otras capas,

con otros sudores y decires que

me son ajenos.

Su carne blanda y pálida se bañó

de sangre

entre otras piernas. Y así,

saliendo a la luz tortuosa de gente

enmascarada

se desgarraron tejidos hasta ponerla

en movimiento.

Sin embargo,

yo no soy sólo tiempo de sal o de

ceniza,

hay una materia inconclusa que

absorbe el deseo de atraparla

hasta ahorcar esos impulsos

perdurables,

un requerimiento por la insaciable sed

de su voz –llamándome

apuñalado el color amargo de la ausencia.

No es posible no atender

s lagrimeo salado

porque es el mismo que hoy empapa

esta página abierta.

 

Ana Gabriela Padilla-

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