El brillo de las brasas acrecienta las llamas
cuando su cuerpo regocija de placer y resuena en su intersticio,
mientras tus manos graban en su piel carmesí de delicias
promulgando fogosas citas de amor que atinan al deseo.
Su corazón late ardiente
y tu suspirar se profundiza
al saber que vuestras manos se entrelazan
y vuestra pasión se acrecienta.
Su canto tenue se derrumba
al eco inexorable de vuestro apogeo,
mientras socabas el interior horadando
con sublimes aromas y pulcros movimientos
que yacen en deleite y admiración.
Álgidas palpitaciones se retuercen en el lecho del esplendor,
los lienzos acarician los apasionados entes y
lo confinan avivando el estruendo enmarañado de sus mustios
cuerpos sofocados a las brazas ineludibles del regodeo.
Plática de miradas, desnudos del alma, tentaciones tangibles
y venenos bebibles son reflejos apasionantes de una lucha
paralela por la complacencia.
Blankita Apestegui-