¡Qué lindo es habitar
éste, mi sitio!
ejercitar costumbres aprendidas,
darle más a las rosas
(a pesar de sus espinas).
No abandonar jamás
el propio nombre
y seguir deseando los deseos.
Sentir un poco de eternidad
ante los grandes misterios.
Reconocer que cada espejo
devuelve y recrea
la propia belleza radiante
en el propio semblante.
Amanda Paulina Treffinger-