Poemas

Ida y vuelta multiplicada

Una mujer estira su mano hacia la copa del Árbol de la lengua y del habla y desprende una palabra de jugoso aroma y dulce color. La mujer abre con su lengua la palabra y se mete toda ella dentro de la palabra, hasta el carozo.
Luego monta el carozo de esa palabra y viaja sensorialmente y va visitando las costas de los siete mares del silencio.
De las orillas de los mares del silencio viene un aire de verbos que acaricia el vientre y peina los cabellos de la mujer. La mujer lleva el carozo a la mejor playa y lo deja encallado en la arena y se adentra en la tierra firme de las voces. Las voces son en esa parte todas masculinas y reciben a la mujer en interminables orgías.
La mujer vuelve preñada hasta el carozo y monta y vuelve por los mares hasta el centro oceánico de la palabra que la contiene. Y sube por una liana hasta el cenit. Y sale de la palabra por donde había entrado y se arrodilla a parir siete hijos junto al Árbol de la lengua y del habla. Y canta. Y va dejando cada hijo prendido como fruto de una rama del árbol y luego se tiende a descansar y viene el viento y algunos animales se asustan o huyen a esconderse, pero la mujer se confía al amparo del Árbol y duerme en paz el mejor de sus sueños y siete sueños más, y la mitad de otro sueño, porque ella sabe que a las palabras que echaron raíces en la vida, no se las lleva ningún viento.

Rubén Vedovaldi-

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