Escondidos en las hojas nuevas
de las moras mendocinas
que en las primaveras dibujan
sobre pavimento hambriento de sombras,
encuentro pedazos de mí.
Aunque mi sangre golpee mis sienes
y sienta sal en mis ojos,
aunque risas y llantos lejanos
aprieten mi pecho
hasta costarme los latidos,
me entrego a buscarme
en otras primaveras.
Alturas y honduras,
suspiros y jadeos extenuantes,
efímeras flores de almendros,
dibujan marcas en mi rostro.
Hundida en evocación
disfruto hasta el final
la pasión de sorprenderme
caminando por los árboles,
deslizándome por los cables,
trepando antenas.
Siempre leal
al irrenunciable compromiso de vivir.
Cecilia Bigetti-
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