Cuando el sol rayaba el oriente
un hombre enamorado habló
con una mujer de risa ardiente
y ella simplemente le contestó.
Nuestro amor es callado,
calla porque el mundo apasionado
juega con el amor del poeta
que en locos vaivenes despierta.
Calla la rosa un suspiro
de un amante en delirio,
en noches de luna.
No podemos en voz alta,
a los cuatro vientos gritar
cuando se ama de verdad
por ende hay que callar.
Junto al río te enamoré
y en tu casa yo pasé
doce horas de pasión
de mi noble corazón.
Augusto Sierra-