Caen las hojas en las veredas,
por elevar vuelo se escapan de sus gajos.
Las ramas inquietas perciben el adiós.
El otoño se vistió de borceguíes y un manchado
traje verde,
calzó sus lentes oscuros, tomó el fusil
y arrasó cipreses, ombúes y fresnos.
Aúllan por la acera las tristes ninfas
diezmadas de color amarillo,
resquebrajados suplicios
emergen mientra sucumben.
Ahora es invierno en las calles.
Un viento frío supervisa los bares,
las iglesias, las plazas
no sean que aparezcan nuevos brotes.
Desaparecieron las hojas,
nunca más primaveras ni risas juveniles,
sólo flores de plástico
en el jarrón del lujoso escritorio.
Gustavo Tisocco-
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