(A todos los perseguidos)
Hay paquetes de cigarrillos abiertos por todos los rincones
a veces están vacíos.
Poemas a medio hacer y
lapiceras que no tienen tinta,
desordenan mi vicio de poesía.
Tengo un cactus apoyado en la ventana,
crece a lo pavote.
Tengo un perro debajo de la mesa,
está ahí para apoyar su hocico húmedo sobre mi pie izquierdo.
La mariposa con alas rosas y brillantina que adorna el cactus se mueve con el viento.
El cactus tiene cuatro pequeños penachos sobre su cabeza que lo hacen parecerse a un
indio emplumado.
Yo busco entre tantos pequeños objetos que me rodean el encendedor,
termino con los fósforos de la cocina.
Mi perro espera que mi pie se acomode,
y en la ventana el cactus,
quieto,
espera que algún rayo de sol le permita sentirse más a gusto.
Ahora está nublado,
fumo,
el perro me acaricia con su lengua
mi mirada vuela sobre el aleteo de la mariposa de seda de la ventana,
y mi mano
se extiende buscando algo que no puedo encontrar.
Olga Ravelli-
Pingback: 9 de enero de 2013 : : Cronica Literaria