Con el anciano la virtud dormita
larga la cuita, blanda la consola
y su presente la abandona al eco
de los recuerdos que regresan siempre.
Las acuarelas como los turbiones
nombran razones como nombran ocios
y surge el gozo de livianos trazos
por su repaso que el silencio toca.
Cifra en la nieta su futuro cierto
ya que el afecto de renuevo siente
por esa fuente que convoca dones
mientras recoge su bastión de luna.
Si queda quieto de un momento a otro
será tesoro su paciente lidia
porque su prisa, demasiado lejos,
es un arpegio que le llega leve.
Hacia la meta de luciente cumbre
viaja su lumbre de tranquila palma
ya que su calma de fontana limpia
se fortifica mediante rezos.
Tal vez la siembra haya sido buena
como reserva de consuelos hondos
y ven sus ojos el amor sublime
que le bendice con soñado prado.
Ninalquin Altamirano-