Nos buscamos
allí donde quema la noche
al despunte del alba
que nos susurra,
con el viento, nuestro adiós.
Tierno abrazo y dulce néctar
es el que bebemos,
aquel que codiciamos por simple pecado.
Dulce y perpetuo ahínco de tenerte en la ruptura del tiempo.
Es así que el choque de una ola,
el susurro del viento en una mata;
el frío de la ventanilla del colectivo,
o ese, tu cálido recuerdo,
me dejan obnubilado en estos días
tan hermosos y tan breves.
Imanol Prieto-