Poemas

El rostro de Dios

Ayer soñé contigo, Dios. Tú eras

el trueno de las doce y la alta luna

en una vieja noche entumecida.

La fiebre, pobre Dios, se te hizo furia.

Venías a decirme que me di

con mi gorrión amado a alegre fuga.

Y yo ni arrepentida ni miedosa

sentí que no era más tu rosa única.

Oíamos al mar golpear su pecho

contra la blanca estatua de la espuma.

Veíamos el cielo derramarse

como un amor de luz que no se cura.

Por un instante el grillo de una rama

calló a otro grillo de las flores muchas.

Con lámpara en la mano te miré:

¡y vi en tu rostro un llanto de criatura!

 

Delfina Acosta-

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *