Señores de la avaricia,
esas almas abatidas
os esperan por justicia.
Con los pliegos de malicia
socia de vuestros consejos
truncaron sueños de viejos.
Ah, los tiempos del pasado
que los puedan revivir
que vuelvan a resurgir
y den luz al pueblo ajado.
Jerarcas de oscuro lado
duele, los niños, abuelos
habitando los subsuelos,
temen que la noche fría
les llame a cruzar la ría,
mientras se aferran al suelo.
De los fieles desalmados
oigo, ¡jerarcas decentes!,
como hierven la sangre y mente
los llamados, “bien pagados”.
Digo de estos empleados
guarden camas por avaros
en prisión con sus descaros,
y decid, ¿cuánto lloviera?
si harta la gente dijera
ustedes, ¡todos al paro!
Ulises González-