Delira la miel de tu deseo
se posa sobre mí, humedeciendo mi osadía,
recorre sigilosa mis desvelos
y me hace suya a la luz sin rebeldía.
Escuchas con placentero anhelo,
los tonos de mi suave melodía, que desgarran las paredes y hasta el suelo
demostrando una vez más tu hombradía.
Yacen nuestros cuerpos en silencio
aplacados por la falta de alfadía,
remonto las montañas de tu plexo
y me hundo con pasión y gallardía,
enciendo nuevamente nuestros cuerpos
entregados sin un ápice de cobardía.
Bárbara Himmel-
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