Hay en todo un rasgo tenso
un cierto tiempo de latencia
la mano en su breve agitarse
ya cada vez más distante. Digo
que hoy se ha hecho de pronto
la noche y conozco a cada uno
de los traidores, de frente a su rostro
las vetas de madera triste. Algo así
como un pliegue fuera de cuadro
en el manto de una madonna.
Cada vez más estrecho se torna el espacio
por donde han de pasar las palabras
a qué raro paraje la cruda luz entrevista
en el sueño se ha ido, como el agua se va
por el verde vientre de un ánfora rota. Hay
en cada cosa el doble grito roto del espejo.
Alejandro Drewes-