Poemas

El diario vivir

Vender el diario es una gran profesión,

sin haberse preparado en ninguna institución,

es una gran vocación levantarse tan temprano

y tener a primer hora en mano,

toda la información.

 

Cada cara que vemos arrugada por el frío,

cada cabeza que vemos despeinada por el viento,

es un ser humano que busca sus sustento

estando a nuestro alcance siempre en todo momento.

 

Mi referente es el diarero de mi barrio,

a veces me quedo mirándolo por su modo de vida,

tal vez con mirada perdida, o a veces muerto de risa,

pero es un personaje importante,

en el boulevard, en su esquina,

es como si llenara de vida toda esa calle vacía.

 

El y otros elijen ese trabajo, o quizá

el trabajo los eligió a ellos.

 

Pero cuando crucen a un diarero,

nunca lo desprecien, ni los miren de menos,

porque verán en sus manos y en sus rostros

el sacrificio que significa ser como ellos,

que mientras todos estamos durmiendo

lo primero que escuchamos es la voz del diarero.

 

Escribo con humildad al señor que deja el diario,

o aquel que pasa gritando, tratando de despertarnos,

también el que esta en la esquina esperando vender algo.

 

Ojala que nunca se pierda esta humilde profesión,

que trae la información a la puerta de mi casa.

 

Sandra Luengo-

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