Llegaron las primeras mandarinas
Sara me invita una,
mientras la tomo en mis manos
mágicamente la mandarina
que huele a su aroma tan propio,
se convierte en infinitos recuerdos.
Cómo te gustaban Papá!!
las recuerdo en mi mesa
de niña,
esos inviernos muy fríos,
la cocina de leña y ellas
de postre,
mi papá con sus manos de
mecánico
disfrutando del jugoso manjar
de sus gajos,
la casa aromada
mi alma acunada, mientras helaba
afuera.
Afloran más pensamientos
mientras la sostengo y me voy
a la mesa de la adolescencia
de nuevo mayo y las mandarinas
robando la atención de mi viejo,
yo juntando coraje
para que me firme el boletín
con una nota dudosa
una nochecita de domingo
Mandarinas, mandarinas
anaranjadas
jugosas, tiernas, dulces
resuena el eco en mi alma.
Hoy ya no estás, Papá, ya no estoy
en mi casa, ni en mi barrio
sólo estamos las mandarinas y yo
encontrándonos en un lugar común
el de la nostalgia y el dolor manso
de saber que ya no estás acá
pero te quedaste en mi,
siendo un continuo presente.
Mirta Jodor-
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