Podría sumergirme en tus ojos
y nadar por tu cuerpo,
recorrer tu piel en el encuentro,
cerrar los ojos y reconocerte
en la voz, los aromas, tu piel,
sentir el latir incesante de tu corazón
y colocar el mío junto al tuyo,
y en ese galope unirnos,
navegar por el universo,
ser presa de la aurora boreal
y transitar las estrellas,
mundos nuevos, intensos,
en una meteórica caída
cansados de dormir uno junto a otro
abrazados, en un gozo eterno.
Ana María Chaparro-