Me detengo en el
campo del olvido.
En ese inmenso desierto
de los días perdidos.
Deambula un viejo árbol
rodeado de hojas secas.
Observo en su copa cansada
al pájaro de hastío.
Derrama una lagrima,
se desliza silenciosa
por su rostro agreste
llegando a su raíz.
En su desnudez desaliñada
aflora una verde hoja
de rocío perfumada.
Canta el pájaro con su voz esquiva.
Robando me una lagrima que llega al corazón.
Reverdeciendo la esperanza,
renaciendo la ilusión.
Alicia García- Estados Unidos