Poemas

Memorias de inmigrantes

Esa mujer tenía ojos azules

cuando entró lastimando con su carga el revoque.

Valijas de cartón, jaulas de alambre.

Si no fuera que un día le dejara pintarse

los labios a sus hijas, sería un pestañeo

la melodía fácil que le cambió el acento,

aquel olor a sal que se fue con las lluvias

y la costumbre húmeda del tiempo.

Los gallos no dijeron hasta cuándo.

Los años que pasaron descubrieron las

marcas ovaladas de retratos vacíos

la cruz de albahaca atrás de los postigos

y los ojos azules que esa mujer perdió

de mirar este cielo.

El mar quedaba lejos.

Su pañuelo ocultaba el oleaje vencido

de un pueblo en sus cabellos.

 

José Antonio Cedrón-

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