En tus ojos tan claros, tenues; azul o quizás luego café,
en fin, lo profundo en tus pupilas como buscando luces
y sombras para recorrer el universo.
Ese eres tú, aunque al caer la noche tenga los ojos tan negros.
Joya de vida, tus ojos entre tanta fortuna.
Oigo la música constante que llega, sólo el silencio, aún
ausente, porque el sueño nos brinda el descanso del diario bregar.
Puedo tocar los jazmines, las cerezas, una triste hoja; el agua
que con dulzura nos da descanso, alegría, alimento
y nos deja frescos como el amanecer.
También puedo abrazar tu cuerpo, besarte todo y aunque quisiera
poderte dejar, no puedo, eres mi camino, ya mis ojos son
grises, luego caigo en lo profundo del tiempo y me veo allá…
Renazo nuevamente al contemplarte y pido a Dios
que en tierra y cielo, seamos el uno al otro para siempre,
con tus ojos y mis ojos, con música espléndida y eterna
donde no habrá necesidad de abrazarnos, con solo eso, amor.
¡Te quiero mucho!
Ana Loreto Agüero-
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