Poemas

Sigilo del amor en la trastienda

La puerta se sostiene

en una pared resquebrajada

y el molino en el viento.

Figuras que se arropan,

aniquilando el vacío

que transmuta la inocencia.

La noche en vendaval de espinas

se levanta y ve soplar el viento.

Sobre el tejado el sol

ya maniatado

irrumpe en corolas sin pecíolos

cual un mar que ha perdido sus olas.

La cerradura no encuentra

en la espesura ningún sonido, solo

hay un ruido

cuando se cierra una ventana,

nunca la puerta.

¿Odio sin alas? No, Ana. Yo amo.

Pero en Bagdag

el agua yace, púrpura,

en la calle del último atentado.

 

Marta Zabaleta-

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