Con el arco tenso
acierto con la flecha
en un blanco inverosímil.
Y, sin querer,
asesto al cervatillo,
parto la manzana,
hiero a la luna.
Luthier pecaminoso
creo el arma y fundo un blanco
con el centro pupilar
desorbitado.
Mas, si tú eres el centro,
se astilla la saeta.
Cuido tu corazón
desoyendo mi arrebato
de cazador incansable.
Atesoro tus pupilas en mis ojos,
y extiendo mis brazos en cruz,
para el abrazo.
Haidé Daiban-