Mi tiempo es un colmillo, clavado
en medio del pecho.
En las pesadas piernas,
en los brazos caídos,
en las flácidas manos.
Mi tiempo es un surco
en la piel de la frente.
Un puñado de holas
y unos muchos adioses,
con unos cuantos pésames.
Mi tiempo viaja
en las ancas de un viejo caballero.
Miguel Crispín Sotomayor-