Tú surcaste las aguas del mar de mi quimera,
delfín de sueños, bólido de acero.
Encallaste en la orilla donde quedé varada,
donde un golpe de viento arrancó mis aletas,
rodeaste las rocas con su alfombra de musgo,
y trajiste a mi piel
el sabor olvidado de mares ancestrales
con un rumor de islas,
y el brillo de unos ojos, espejos de sirenas.
Del fin del Universo llegaste una mañana
a la deriva,
tu brújula perdida en el espacio
y en galaxias ignotas.
Las olas susurraron mil poemas,
los aires envolvieron nuestro entorno
en ansiosos rumores de magia y de belleza
y un perfume salitre nos embriagó de paz.
María Carmen Guzmán-