Vino de la esperanza
En las noches de vigilia
cuando yo junto a la nada,
siento mi cuerpo cansado
y soledad en el alma,
busco un atisbo que aliente
lo que mi vida reclama:
un vaso de vino añejo,
para regar mis murallas
de sueños y emborrachar
las penas que se desgranan.
Los viñedos de la tierra,
en una u otra comarca,
son manantiales que riegan
los llantos que nos embargan,
y las alegrías nuevas
que nuestro tiempo acompañan;
la proyección de la vida
en los hijos que nos aman,
los nietos que nos alegran:
vida fresca y renovada,
sangre de Cristo hecha vino
que riega nuestra esperanza,
realidad de un porvenir
que en el mundo nos aguarda.
Inés Elena Goyenechea-
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