Muerte del árbol

El árbol mostraba sus ramas
que en retorcidas formas se extendían
buscando el tibio sol de la primavera
que haría brotar sus verdes hojas.

Aún el campo guardaba escarcha
de las últimas heladas
y el ruido del hacha en el monte
quebraba la paz soleada.

El árbol tenía sus sueños
de hojas llenas de flores,
de nidos y frutos maduros,
de cielo, de canto y de vida.

El hombre llegó silencioso,
el hacha brillaba en su mano,
arqueó sus piernas en pose
y puso su esfuerzo de humano.

cayó al suelo desvanecido
y murió en un momento.
El árbol ya no es un árbol
sino cenizas que lleva el viento.

Ernesto Allende-