Tu llegada
Arribaste en mi jornada,
remplazando mil manías,
suscitaste un giro enorme,
que razón le dio a la vida.
A través de tu mirada,
parecía una fantasía,
un mundo maravilloso,
solidaria travesía.
A medida de los días
fui yo a poco conociendo,
tus virtudes, tan hermosas,
lentamente fui cayendo.
Me embrujaste con tu ser,
con tus ojos, tu sonrisa,
tus acciones incoherentes,
y ocurrentes picardías.
Con un temple lapidario,
impasible, y reflexivo,
pretendiendo ser sensato,
gran Amor apasionado.
Imposible no adorarte,
si llenaste cada espacio,
invadiste mi existencia,
con tan solo un tierno abrazo.
Completabas cada instante,
jugueteando, con afecto,
dabas giros a lo absurdo,
lo tornabas llevadero.
Cautivada me declaro,
de tu esencia fascinante,
de tu gracia tan sencilla,
y paciencia inagotable.
Diana María Marquina Cruz- |