Hay una gran diferencia
entre vestir frac y sacudir la varita
a convertirse paso a paso
en director de orquesta.
La primera cuestión, básica,
(se descarta el hecho
de saber leer partituras)
es aprender a dibujar
un gesto de genio y profeta
golpeando tres veces el atril.
Segundo,
es reconocer la correcta ubicación
de los objetos cotidianos;
y que los solistas
estén cómodos y preparados
cuando comience la obra.
Casi, casi, te diría que
hay un punto clave,
y en eso radica todo:
interpretar la orquestación.
Es la tercera prioridad.
Si alguien se equivoca
tratá de disimularlo de la mejor manera;
hacéselo saber más tarde
atrás del telón, con amabilidad.
Y cuando la sala quede vacía
no te olvides de apagar la luz;
activá la alarma
y cerrá la puerta,
con dos vueltas de llave.
José Gonzalo Bartha-