No voy a cruzar a la otra orilla…
presiento un gris sin vuelta.
Me resisto a ese trozo de mar
que nos separa.
Me aferro a esta latitud paciente,
de un mundo delineado ya hace tiempo.
No quiero exponer mi piel en ese intento,
vacilar en el aire de una luna incierta,
incendiarme por un sol ensangrentado,
ni tejer a ciegas en la niebla.
Hoy despierto serena
sin pensar en mañana.
Me visto con mis años
en la aurora encendida,
me calzo campanadas
para estar despierta,
aligero palabras en plegarias austeras,
y paseo mis mañanas
por las playas desiertas.
No habrá nunca otra orilla
de vientos desgarrados,
y aunque remiende velas
quedaré de este lado.
Alicia Borgogno-