Poemas

Comodoro Rivadavia

Veo mi ciudad oronda de su gente…

el viento huye, besa, abraza, festeja

y plácida, entre mesetas y el mar, se duerme.

La veo como la página de un libro,

su puerto de historias rebasando…

Sutilmente entre los árboles emerge,

y entre hálitos se expresa,

de hombres que engrandecieron

y forjaron el ángel del petróleo.

El destello en su centro comercial muy concurrido

resplandeciendo como una melodía astral,

profundamente a los ojos cautivaron.

Es una atracción en cada vidriera…

un canto lírico que de su letargo crece

y principescamente envuelve.

La oscuridad no existe;

es una verde mesa en un reposo de diamantes

y como si fuera un desprendido himno,

sin personalidad ni bandera,

en su alma lleva aferrada

la casta de cada transeúnte.

Su eterno tesoro es:

la sangre de sus arterias.

Un estilo de poesías en cada esquina,

y muy solemne con sus calles visitadas,

armoniosos temas,

paradisíacos, como cataratas descienden.

Parcos, a ella.

¡Qué sabiduría!…

¡Cuánta idolatría!…

es la margen viviente de las olas que escandalosas

estallan de un extremo a otro

junto a miles de pisadas,

y de tantas ilusiones al viento,

es la urbe que suspira en su esencia que vive.

Es: Comodoro Rivadavia…

tantas veces querida como muy despotricada

pero… ¡qué importa!…

Yo la amo con el alma… ¡y eso basta!

 

Teodoro Juan Litviñuk-

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *