Quién pudiera ser tú, lejana luna;
para estar a su lado y decirle,
que le amo como a ninguna,
sin lastimarle, sin herirle.
Quién pudiera ser tú, lejana luna;
que con tu cálida y tenue luz,
la abrazas y acaricias sin permiso,
yo soñando, existiese vez alguna;
que pudiera cambiarme por tu luz,
y demostrarle que es mi paraíso.
Quién pudiera ser tú, lejana luna;
que entras y sales por doquiera,
siempre inspirando amor,
yo era un mar, ahora una laguna;
que se desmorona como cualquiera,
que sueña mucho, que sueña por amor.
Quién pudiera ser tú, lejana luna;
para estar siempre a su lado,
y ella, siempre ella, junto al mío;
pues no existiría más grande fortuna,
que el poder sentirse amado
y así vencer este desafío.
Luna, si un día nos decimos adiós;
será porque nunca logré ser como tú,
y sólo te pido un favor,
un favor para los dos;
que su compañía siempre seas tú,
pues si me alejo, también será por amor.
Ya la mañana está llegando,
y tú poco a poco te vas alejando,
al verte lejos, muy lejos;
mis ojos lloran de dolor,
pues por ella lloro, lloro por amor.
Luis Daniel Pérez Urizar-