Poemas

Adivino

Nos torcíamos en la lluvia.

Y qué ronco animal: el verbo

trueno de su altura

para la piel el agua hermana

para los besos

y para oír los gallos

en el nublado atardecer de los días.

 

Nos torcíamos en la oscuridad.

Esqueletos de hermosuras ciegas de sí

en el centro de la humedad

estaban

siempre

esperándonos.

 

Adivinos pies de la lluvia ¿cómo hacían?

para encontrarnos

 

siempre

 

frente a nuestros

cansados

huesos

del desierto.

 

Adrián Campillay-

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