No aprenderé nunca a vivir
en el atisbo de estos cielos
de impávidos fuegos donde
el viento mece el poema
escrito de la nada cuando
luz tierra y sonido son
desiertos mudos de la historia.
No aprenderé nunca, digo:
(como si habría algo que aprender)
A plancharme el disfraz social,
a mantener la calma ante,
la necedad de las formas,
repetidas cual síntoma
de enfermedad incurable.
A desprenderme del empuje
(como si quisiera!)
Ideoafectivo de la magna
Libertaria y Surrealista.
Ese nomadismo corporal
al que me amarro para morir.
Alejandra Méndez-