Poemas

No quiero recuerdos.

Son playas sembradas de gaviotas

despojadas de sombra por el cielo,

cruzan puentes y arcos en equilibrio

como senderos de aire.

Hay perfumes de cedro

en las armonias exactas de mi padre,

todavia crecen espejos en dolorosas procesiones

de inacabado mar.

 

No quiero recuerdos.

 

Hay montañas como cielos

y tormentas de mantos grises desatados,

los milagros brotan densos como tornados,

acechan, se vuelven cercanos,

se transforman en dioses indiferentes

ondulantes y terribles.

 

No quiero recuerdos.

 

Solitarias perlas de dos dimensiones

en algun azul posible,

regresan como tardes calientes,

Veranos disueltos e irreparables

en abiertos infinitos de bronce.

No quiero un espejo fosil

ni otoños detenidos,

el tiempo tintinea como cristal

y la luz de los niños,

Blanca, cegadora, a las dos de la tarde,

se disuelve en los zaguanes.

Prefiero este viento terrible, vertical,

que me cierra el aliento,

la pendiente viva de rio a nube,

el rumbo lluvioso y vulnerable,

el estallido de la hierba fresca

y el vacio incierto del rocio.

 

Prefiero la mañana,

Rica, iluminada, emancipada y regia.

 

Daniel Arias-

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