Poemas

Salvaje llegada

Volvió a abrir los ojos un momento

y vio que le estaba observando,

de inmediato su presencia percató

y por un momento su dolor olvidó.

 

Ruborizada aún,

le llevó a través de la sala

con la única función

de decirle que la amaba.

 

Al verla,

él, salvaje se estremeció,

pues sentía la necesidad de tocarla,

aunque el miedo nunca desapareció.

 

Sus manos tomó

y a su lado el permaneció,

justo después de un rato

por fin su mano besó.

 

Sus manos se cruzaron,

al igual que sus manos

y sus labios temblaron,

pero sus corazones por siempre juntos quedaron.

 

Beatriz A. Ramírez Bolaños-

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *