Poemas

El crucero

Volvías a casa, amiga. Pero ya no estabas.

Desaparecido tu polvo, tu perfume no estaba.

Lejos de tu playa, la palmera

no te hablaba. Sólo tu cansancio.

El espejo te mostraba con su mirada dura.

Un ser distante. Sin maquillaje,

peluca, ni el viejo esplendor

de la bikini penetrada.

No estás allí. Tu ser se busca.

Albergada en este palacio de hojalata,

sólo oyes un ruido. Es tu juventud

la que te llama. Impostora.

Desde su tumba se levanta

y con sus dedos sacros

te dibuja la cruz del camposanto.

Entonces sientes cómo tu cuerpo se disuelve.

Sobre la arena quedas, derretida como crema helada.

En este crucero que ahora habitas

sólo entra la fría llovizna de esta tarde.

Y en la noche, la bruma lo iluminará

con un festival de velas blancas.

 

Marta Zabaleta-

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