Por vulgares motivos subí al techo,
pero ya una vez arriba no quise bajar.
El sol era delicioso a esa hora de la mañana,
los árboles se mecían como si todo marchase bien.
Recordando otros tiempos en que solía
permanecer largamente en los techos
sin otra cosa que observar el mundo
como un ser ajeno a su historia,
se me olvidó a qué había subido, y siendo así
perdí los motivos por los cuales bajar.
Ciertamente el mundo es tan plano
que unos pocos metros bastan
para saberlo extraño y fastidioso.
Roberto Malatesta-
Pingback: 1 de febrero de 2012 : : Cronica Literaria