Uno de mis placeres
cuando era niño
era estar en puntas de pie
al lado de mi padre
y verlo revelar sus placas.
Pasábamos horas así.
Había una luz roja
en el cuarto.
Al principio
no se veía nada
luego unas manchas,
una formas,
hasta que al fin
toda la escena aparecía:
Una vista del campo,
un río,
una fiesta de Navidad,
futbolistas de Luton Town.
Parecían
pequeños milagros.
Cuando me pongo
a escribir
el cuarto está oscuro
y no hay nada
salvo la luz azul
de la pantalla
y un rectángulo blanco
y un sentimiento,
una imagen,
la memoria de algo real
o soñado,
ideas que poco a poco
toman forma.
Robert Gurney-