Arde el bronce de tus ojos
incita a mi boca, que ya no es mía,
humedeces mis labios a tu antojo
los sepultas en una bulería.
De besos entregados con arrojo
haces de mi tu fiel antología
que escribes con esmero y sin despojo
sobre mi ardiente y blanca anatomía.
Dibujas con el sudor de tu cuerpo
tanta pasión contenida
que a tu vista casi me sonrojo
descubriéndome por ti poseída.
Lasciva y pendiente de tu anhelo
sólo se que hoy , te deseo de por vida.
Bárbara Himmel-