Un niño pequeño
dispara a su padre
con su diminuto y perfecto
dedo.
El padre cae al agua
y se levanta
de nuevo.
El niño dispara
y el padre flota en las olas
fingiendo estar muerto.
Los dos riendo.
Me aterra pensar que
quizá,
dentro de un tiempo,
ya adulto
dispare a otro
y crea aún
que es un juego.
Gema Bocardo Clavijo-
Pingback: 11 de septiembre : : Cronica Literaria