Rimas equívocas
Arde el instinto como ardiente llama
sobre un planeta que impasible rota
y no es tu ansiosa voz la que me llama:
Es la de un ángel con el ala rota.
Adviene luz de la escindida parte
sanada con ensalmos. Llama un río
de sueños espermáticos que parte
de las órbitas mismas con que río.
Y los ficticios cielos de la calle
hienden mi oscuridad cuando te amo.
No sé si soy la piedra y soy la honda...
¿Quiero que grite el corazón... o calle?
Flota en el aire una tristeza honda:
Ya no tengo amor, ni ángel, ni amo.
Clara Rebotaro
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