Cantares

Maldigo el hacha homicida
que golpea sin cesar
y pretende derribar
una corpulenta vida.
De su filo hasta la herida
rompe del mundo la calma
hasta se entristece el alma
al sentirla estremecer,
y oír en lento caer
el lamento de una palma.

No puedo olvidar el día
de aquella separación,
yo sentí que el corazón
en dos mitades tenía.
Al recordar todavía
entre la angustia deliro
y aunque ya a nada aspiro
siento el golpe de tu adiós
cuando me dejó tu voz
en el temblor de un suspiro.

La décima pinareña
ya tiene su lindo hogar
donde viene a improvisar
todo el poeta que sueña.
Y todo aquel que se empeña
con el placer más ufano
hacer del punto cubano
motivo de su alegría
se viste de poesía
en la casa de Montano.

Qué orgullo ser un poeta,
tener buena inspiración
y en una improvisación
poder llegar a la meta.

Nos parece que el planeta
se nos vuelve un colibrí,
todo eso lo descubrí,
aunque yo no puedo ver
en cuanto pude aprender
con los versos de Martí.

Este noble sentimiento
es tan complejo y sencillo.
A veces un simple brillo
y otras, hondo sentimiento.
Puede ser su fundamento
una palabra, una flor,
una mirada, el temblor
de una mano que se estrecha,
donde quiera hay una brecha
para que viva el amor.

No importa morir si muero
y quedo como simiente
en los labios de mi gente
con un recuerdo sincero.
Eso solo es lo que espero
y todo se habrá cumplido
si por todos es sabido
que en este mundo fugaz,
un muerto es un muerto más,
lo más triste es el olvido.

José Lorenzo Delgado-