Crónica Literaria

Diario Cronica

Diseño y actualización:
Alberto Vargas

2001 - 2010
Comodoro Rivadavia
Chubut - Argentina

7 de abril de 2010

Conquistadores, aborígenes,
campesinos, artistas e ideólogos

Compiladores: Pablo Alberto Lo Presti, Liliana E. Pérez, Edi Dorian Jones,
Martín Edgardo Di Santo, Brígida Baeza, Gabriel Carrizo

¿Por qué un libro de ensayos sobre historias de Patagonia?
Porque el destino de nuestra especie es el ensayo, la aventura. Nuestra naturaleza
efímera y mudable nos condena a ello. Frente al universo caótico de lo sensible,
avanzamos a tientas, sondeando, verificando, poniendo en duda las certezas
consolidadas, desechándolas… buscando otras. Somos individuos conformados por
preguntas, seres de una irreducible naturaleza inquisitiva.
A lo largo de la historia, frente al caos primordial de la existencia, el hombre ha
ensayado diversas explicaciones. El mito, la religión, la filosofía, la ciencia, el arte, el
amor han sido los resultados más trascendentes de ese caminar. Diferentes en
contenido y forma, estos productos de la creación humana son iguales en esencia. Su
núcleo central, su base de apoyo es una expectativa, una hipótesis, una teoría de la
existencia que será cuestionada e invariablemente desembocará en el desencanto o la
traición. Sin embargo algunas certezas solidifican y nos guían. Sin ellas no podríamos
transitar y nuestra estancia en este mundo estaría condenada a la inacción. Pero no
nos engañemos, cuando observamos y decimos “esto es una piedra”, “quien está
delante de mi es…”, “pienso entonces soy”, “el Estado encarna…” lo que hacemos es
realizar proposiciones, poner en juego expectativas que no son más que preguntas
camufladas a un universo indiferente que buscamos dominar. Lo mismo da que estas
hipótesis sean individuales o colectivas o hayan sido formuladas más tarde o más
temprano: todas son meros a priori que elaboramos para mejor vivir. Por ello el mayor
patrimonio de los seres humanos son sus ideas. Sin embargo nunca tenemos las
suficientes. Nos faltan ideas para criticar las ideas, para no caer en el fanatismo, para
sublimar la violencia en pensamiento y creación.
Históricamente variadas teorías conviven, y en pocos casos pacíficamente. El
resultado es la lucha, la batalla del hombre contra el hombre; un enfrentamiento en el
cual unos buscan imponer “un sentido” por sobre “otros”. El mito, la religión, la
filosofía, la ciencia, el arte y el amor recurrentemente tienen sus vencedores y sus
victimas, sus dominantes y dominados, sus amos y sus esclavos.