El beso
El beso recoge el polvo
y la ternura en su reposo.
Surge la cosecha y los siglos,
y las mariposas convocan a placeres
y nacen hechizos y estrellas.
El beso cierra la puerta
que dejó entrar otro nombre.
Los labios mudos conocen auroras,
el cielo y una flor desbordan asombros.
Silencio, catarsis, palomas y soles
sellan el pacto de dos.
Casandra y Eneas crucifican los enojos.
Besos bajo la cuerda
del por qué del ayer,
del hoy y del mañana.
Besos níveos, han perdido
el éxtasis en la conjura y el tiempo.
Besos como vértigo, clamor y carne,
todas las cabriolas inmersas
en la luna y los silbidos.
Mortales desgarraduras nominan los rostros
en el reverso látigo, memoria.
Encierra el adiós que destrozó
las fronteras y el alma.
Es el hambre de sustancias venturosas,
relumbre, nuevo sol.
Encierra a la fraternidad,
muchedumbres, luminarias,
urdimbre de manos multiplicadas.
Judas en el beso no interpreta sonrisas.
Es en el beso de Dios
donde se hermanan multitudes.
Ernesto Machado Barbery- |