No se en qué esquina del tiempo
me olvidé de esperarme.
Se me durmió la palabra,
¿me perdí tras razones vanas?
No se qué nombre tiene hoy,
la urgencia azul de mi sangre.
No la encuentro y en su vacío cuenco,
hay sólo quietud y silencio.
Me olvidé de recordarme;
de reconocerme cada mañana.
Me duele la sangre
en un lamento sin norte.
Y tengo un vino moribundo
plagado de autorreproches.
Juana Agueda Acosta-
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