El perverso atractivo
Ella intenta mil trucos, malabares, fuegos de artificio,
sin conseguir ocultarla detrás de tanto y tanto.
Aterida, negada, a la intemperie, vestida apenas
con su miedo impúdico: está la otra, ella.
La que consiguió retener, solo a momentos,
unos pocos abalorios de colores,
algunos cánticos blancos e inocentes,
y las cenizas ya frías de un estallar de estrellas.
Y como un barco ciego que navega sin brújula
hacia puertos sin nombre, no ella, sino la otra,
busca a tientas, con la piel en sangre hasta los codos,
el perverso atractivo de un naufragio.
Susana Giraudo-
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