El cazador
El cazador da de comer a su presa
y tiene el arma preparada.
Apunta hacia el objeto dorado de la memoria
y la destruye.
En las puertas del bosque
la hoja caída no comprende al otoño;
sobre una rama
yace el cuero del tiempo.
Con un pez en su mejilla
el moho de la muerte
levanta su hocico hacia el cielo
y luce como una rosa en la tiniebla.
El río está seco
y hay que armar un laberinto
para atravesar su cauce.
Nadie labra su piedra en la oscuridad
ni detiene su lengua
cuando la palabra es su oficio.
Horacio Preler-
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